Tercer día. Ida y vuelta de Montevideo a Punta del Este.

Hoy nos levantamos a las siete. Yo me bañé y después fuimos a desayunar. En el desayuno tratamos de probar todas las cosas que no habíamos probado ayer, igual hay tantas cosas que no nos alcanzó ni el tiempo ni los estómagos para probar todo. 

No sé si contarlo, pero mamá me obligó a robarme tres medialunas "para después", y también tres sanguchitos de esos tan ricos que conté ayer. Los envolvimos en una servilletita y los llevamos "para el viaje". 

Después de desayunar pasamos por las habitaciones para agarrar nuestras cositas que habíamos preparado para pasar el día en Punta del Este. Bajamos otra vez, subimos al auto y cuando estábamos por salir del garaje el encargado de ahí hizo señas de que una de las ruedas estaba baja. Después dijo lo mismo de las otras, pero la delantera derecha era la peor. 

Volvimos a entrar, y Natalia se dispuso a cambiar la rueda pero el encargado le dijo que espere que iba a llamar al Automóvil Club Uruguayo para ver si tenían convenios con el Automóvil Club Argentino del cual somos socias, y venían a solucionarnos todos los problemas. Llamó y dijo algo así como "Llamo por un asunto de una pinchadura en una goma" y "es por una inflamación de una rueda", pero a pesar de usar palabras técnicas tan convincentes  le dijeron que no venían. Entonces él mismo cambió la rueda, y mientras lo hacía yo subí a la habitación para ir a baño o alguna cosa así, y cuando volvía pasé por el comedor en donde sirven el desayuno y ya que estaba me llevé una banana.

Con la rueda cambiada fuimos a una estación de servicio y gomería, cargamos nafta y pedimos que les dieran aire a las gomas, pero la que recién habíamos cambiado tenía EL PIRIPICHO ESCONDIDO y no se podía. Pasamos al sector gomería en donde revisaron la goma cambiada y no estaba pinchada, sino que había perdido aire por no sé dónde. La arreglaron, la volvieron a cambiar, pagamos y salimos rumbo a Punta del Este... eran como las diez y media. 

En el camino fuimos escuchando música y comiendo sanguchitos. 

Cuando llegamos fuimos a sacarnos una foto al faro, fuimos a Devoto, después almorzamos, sacamos una foto en los dedos, caminamos por Gorlero, compramos chucherías, tomamos un café, fuimos a saludar a Verónica que no estaba, volvimos a Montevideo, pasamos por el hotel, fuimos a lo de Celinita a buscar el mueble que no entró en el auto, fuimos a buscar la bicicleta que sí entró, volvimos al hotel, nos despedimos de Celinita y Alvarito, y terminó el día. 

Si alguien quiere detalles de alguno de los hechos mencionados, que haga un comentario pidiéndolo. Después me entero de que leen el blog pero nadie hace ni un comentario. Así no vale.

Bueno, voy a poner algunos detalles, pero sólo porque soy buena. 

En el faro sacamos dos fotitos, pero yo creo que no quedaron bien. Ahí mamá llamó a Verónica para saludarla porque era su cumpleaños y para decirle que íbamos a visitarla a la tarde porque estábamos ahí.

En Devoto estuvimos un montón de tiempo porque ALGUNAS PERSONAS querían elegir utensilios para su casa nueva, y tardaron mucho en decidirse y elegir el color... el tamaño... que si tiene tapa... que si no tiene tapa... en fin.

Después almorzamos en La Marea, pedimos mejillones a la provenzal, calamaretis a la plancha y sorrentinos de salmón con mejillones. A mi me gustó todo, y por supuesto me trajeron un pelo en el plato mezclado con los mejilones. 

Después de almorzar fuimos a sacarnos una foto en los dedos y después fuimos a caminar por Gorlero, compramos bolsas, vestidos, pulseras, pareos, cierra pareos, y no me acuerdo qué más.

Antes de volver tomamos un café con cositas dulces que eran feas. 

Cuando fuimos a lo de Verónica resultó que no estaba, que nos había esperado toda la tarde y justo había salido con Carlos y los chicos a comprar noséquécosas. Nos fuimos entonces sin saludar a Verónica.

Ahora viene lo del mueble pero tengo sueño, lo cuento otro día.