El viaje en buquebús fue bastante aburrido como casi siempre. Había mucha gente y se quejaban porque no tenían asientos, y los empleados en vez de hacer algo les decían "tiene que haber, eh".
Natalia se sentó en una butaca para poder dormir un rato, y mamá y yo nos sentamos en una mesita con sillas para tomar un café.
Y bueno, a las tres horas, más o menos, llegamos a Buenos Aires, y ya está.
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